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¿Dónde? » Correíllo La Palma

 

Todo empezó en septiembre de 2009. Antonio, el jefe de la Alabama Dixieland Jazz Band, me llamó, como siempre todo agitado y hablando un español de altísima velocidad. Que tenía que irme urgentemente a una reunión “importante”, que había una asamblea en el puerto de Santa Cruz, que el jefe de la Fundación Correíllo La Palma estaría esperando...

Un embrollo de palabras tremendo cayó sobre mi y no entendí ni papa (como se dice en canario). Que él, Antonio, lamentablemente no podría asistir, que a última hora le surgió un imprevisto – y se acabó la conversación. A continuación sólo recibí un mensaje, en el que me informaba sobre la hora de la cita. Eso, sin más. Hay que añadir que Antonio es un soñador, igual que yo, y nos aferramos a nuestros sueños y a sus realizaciones. Así que tenemos algunas cositas en común – no sólo la costumbre de hablar mucho.

 

En el poco tiempo que me quedaba, intenté investigar qué era ese “??? La Palma”, y apenas pude averiguar que debía ser un barco. En resumidas cuentas: no tenía ni idea qué iba a pasar. Llegué de golpe y porrazo, sola y con mis mejores galas. Monté el portátil, mostré fotos con la música Dixieland al fondo y di una charla sobre la marcha. Claro que también integré el barco espontáneamente, como condimento adicional de la DIXIEMANÍA...

 

“¿Has visto el barco ya?”, me preguntó Juan Pedro Morales, el presidente de la fundación. Lo único que me surgió después de la presentación apasionada fue un murmurado “No, pero me gustaría verlo!”

 

Dos días más tarde, me encontré en el puerto de Santa Cruz, frente a un gigantesco antiguo barco de vapor del 1912 acompañada por una ligera brisa veraniega, y me sentí trasladada a otros tiempos. Al subir la pasarela – con las piernas temblorosas, consiente de abandonar la tierra firme, la mano respetuosamente en la cuerda – sentía los fuertes latidos de mi corazón. Inmediatamente el Titanic me vino a la mente. ¿Se acuerdan? ¡Ese barco de pasajeros que chocó contra un iceberg en el Atlántico Norte durante su viaje inaugural! ¡Y que se hundió dos horas y 40 minutos más tarde, en la noche del 14 al 15 de abril de 1912! No iba tan desencaminada, sólo que el Correíllo La Palma era un paquebote, pero que también fue construido en Inglaterra y salió del puerto para su primer viaje en dirección a las Islas Canarias el 12 de abril de 1912, justo dos días antes de que el Titanic se hundiera. El transporte entre las islas, el Atlántico, la gente, el correo, los animales, la ilusión, las lágrimas, los despedidas, los paquetes, el puerto de Santa Cruz... En mi mente se agolpaban escenarios completos – con imágenes increíbles, como si pudiera mirar hacia Luisiana – o casi.

 

Me mostraron el barco, primera clase, segunda clase, quilla... y dejé volar mi imaginación. Las viejas puertas de hierro, las escoltillas, la borda, la chimenea, el ligero vaivén del barco que me ofuscaba... Era como si hubiera aterrizado en otro tiempo.

 

“El barco todavía no está renovado completamente”, dijo Juan Pedro, despertándome de mi sueño con ademán que indica la falta de liquidez. “Esperamos que esté en marcha en 2011. Un museo flotante.”

 

“¿Porqué sólo a partir de 2011?”, le pregunté balbuceando. “¡ Si se puede utilizar ya! Como un teatro flotante, ¿no? ¡No hay mejor escenario! Luisiana, los emigrantes que emigraban desde aquí, desde el puerto de Santa Cruz, los años 20, los bailes, el Dixieland Jazz, la gente que quiere vivir esa época, un viaje... Las imágenes convertidas en palabras me brotaron a borbotones.

 

Y así, la DIXIEMANÍA y yo nos encontramos un barco, del 1912, ahora anclado en el puerto de Santa Cruz, sin decir agua va.

 

Se continuará.